Lechería

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Producción lechera. Riesgo sin fin.

20/01/2022

Producción lechera. Riesgo sin fin.

Con precio de la leche atrasado, los costos productivos por las nubes y un clima desfavorable debido a la sequía, los productores de leche siguen resistiendo al abismo con coraje y mucho trabajo. "Venimos con más de 20 meses de pérdidas", señaló un tambero de Villa María.
Crisis sin fin para los tambos: el sector asegura que el precio que cobran no alcanza para cubrir los costos.
Hay bronca en el agro cuando el Presidente de la Nación y parte del Gobierno señalan que los productores son formadores de precios. Sin embargo, a la hora de crear el programa “Precios Cuidados”, el sector productivo está lejos de ser convocado. Es aquí, entonces, cuando queda claro que la industria termina siendo la que determina el precio de la leche que se le paga a los tamberos, sin importarle el costo que éstos necesitan para producirla.
“Hay un poder dominante ejercido por la industria para con la producción primaria”, destacó el coordinador de la comisión de Lechería de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), Gustavo Augel. El tambero, oriundo de la localidad de Lobos, Buenos Aires, es consciente que la situación de los productores es gravisima.
“Como coordinador de la comisión trabajo mucho por defender a los productores medianos y pequeños, que la vienen pasando mal desde hace diez años. Pero es muy difícil. Porque todo lo que pasa en la Argentina se nos escapa de las manos aún cuando el productor sea lo más eficiente que puede”, indicó en diálogo con El ABC Rural.
La realidad aprieta
“En nuestro país nunca cierra un tambo de 15 mil litros. Quienes nos fundimos somos los productores más pequeños y medianos; esa es una realidad que golpea en todas las cuencas lecheras”, dice. Ocurre que en nuestro país el 70% de los tambos son chicos y medianos.
Augel cuenta lo bien que trabaja el productor lechero argentino. “No es que la producción haga mal las cosas y no den los números. Lo que sucede es que tenemos políticas erradas para la lechería”, expresa con inteligencia.
A la inflación exagerada, los altos impuestos y el desdoblamiento cambiario, al tambero se le sumó el clima. “Estamos de manos atadas, con un poder dominante de la industria que nos está enterrando”, comenta preocupado.
“Con la sequía los costos del tambo se van por las nubes. Los maíces para silo están destruidos y el productor va a tener que picar el maíz que tenía destino de grano. Entonces habrá muy poco grano en el mercado y eso indudablemente aumentará su costo”, explicó el productor.
“Llevamos más de 20 meses de pérdida”
Como Augel, el tambero cordobés de Villa María, Gustavo Seia, dice que la situación en el sector es insostenible. “La sequía nos terminó de dar el golpe de gracia a los tamberos”, dice compungido. Es que según Seia, quien tiene tambo no lo hace por rentabilidad. “Tenemos la unidad productiva porque la heredamos y sentimos pasión por eso. La verdad es que hace más de 20 meses que venimos perdiendo“, comentó.
Gustavo Seia, tiene un tambo-industria en Villa María, donde procesa toda la leche que produce. Denuncia que los costos se dolarizaron mientras la producción se cobra en pesos, con lo cual la falta de competitividad en el sector es clara.
Por otra parte, dice que los insumos dolarizados lo saca de competencia, a pesar que tiene su propia fábrica de quesos. “Vendemos los productos en pesos, pero los insumos aumentan todos los días en dólares. Es un negocio que no ayuda para nada, como todo en este país”, expresó.
Consultado sobre si pensó cambiar de actividad, el productor fue sincero. “Hay una realidad que tiene que ver con el miedo al cambio. Siempre hicimos esto y es lo que sabemos hacer. Es cruel pensar siempre en que vamos a cerrar”, comenta, señalando que está convencido que la Argentina es “muy productiva”, pero de políticas fracasadas.
Además, reconoce que el mercado lácteo “es canibal” y siempre sobrevive el más grande. “Las vacas que abandona el tambero chico cae siempre en poder de las concentraciones que la absorben”, concluyó.
Para la industria, siempre el productor de leche es la variable de ajuste. “No es cierto que el tambero es formador de precios”, dicen los productores.
Un precio que no alcanza
Los tamberos recibieron en diciembre un precio promedio de 34,35 pesos por litro entregado a las industrias. Esto significó un incremento intermensual del 2% y que suma un ajuste interanual del 61%.
Pero, desde la producción, aseguran que estos valores ajustados dispuestos por las empresas lácteas, no alcanzan a cubrir los incrementos en los costos, en medio de una fuerte sequía y cuestiones como el tipo de cambio o la inflación.
Como afirmaron los tamberos entrevistados, no hay rentabilidad, y mucho menos para aquellos que despachan hasta 3.000 litros diarios, que representan el 70% del total de establecimientos en el país.
“La principal dificultad es cumplir con la compra de alimentos: hoy la soja disponible toca los 40 mil pesos la tonelada y el maíz está muy afectado por el clima, con lotes que no obtuvieron granos”, asegura Jorge Tappero, un productor de leche de 3000 litros, oriundo de Carrilobo, Córdoba.
“Resistimos en familia”
Tappero siente que la realidad los está llevando por encima. Toda su vida vivió en el campo junto a su hermano, con lo cual casi toda la mano de obra la realiza de manera familiar. “Estamos muy complicados, pero seguimos de pie porque trabajamos junto a mi hermano en familia. Vivimos en el campo y nos levantamos todos los días muy temprano a ordeñar. Si tuviéramos que contratar mayor mano de obra, la realidad sería otra”, aseguró.
También, dijo que la sequía amenaza con la producción de leche y su trabajo. En la provincia ya se advierte una merma productiva del 11% respecto al mes de enero del año pasado.
“Nos está aumentando todos los insumos y no alcanza el precio que paga la industria. Es una realidad que golpea siempre y el Estado no es un árbitro justo en estos casos”, indicó con indignación.
Por último, sostuvo que el precio de la leche al productor es siempre lo último que se incrementa. “Desde el contratista que pica el maíz, pasando por los núcleos vitamínicos y los insumos básicos que se incrementan a un dólar encubierto, los costos no cubren la ganancia y eso nos golpea“, reaccionó.

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